Se suicida el propietario de El Brillante en Madrid

A sus 67 años todavía era pronto para que falleciera. En un tiempo en el que la esperanza de vida cada vez es mayor, es triste que un profesional que ha luchado tanto en su vida haya fallecido. Y todavía es más triste que lo haya hecho con un método como el suicidio, al cual se vio condenado debido a las graves deudas que acumulaba y que no conseguía saldar.

Hablamos del propietario de El Brillante, uno de los bares más clásicos de Madrid, muy famoso por su bocadillo de calamares y por sus otras tapas igual de exitosas. Su dueño se trataba de Alfredo Rodríguez, que heredó el negocio de su padre y se mantuvo al frente del mismo a lo largo de más de 50 años.

Durante su vida, Rodríguez intentó emprender en otros negocios, pero como él mismo confesó, ninguno de ellos le salió bien. No obstante, reconocía que los emprendedores nunca deben rendirse y que es necesario que sigan trabajando e intentando alcanzar el éxito.

Él logró la fama y el éxito con El Brillante, pero confesó que había tenido que gastar una enorme cantidad de dinero en iniciativas publicitarias. Esas campañas de publicidad son las que llevaron a que el bar, en cada una de sus localizaciones, como la principal de Atocha, fuera reconocido como el mejor lugar para ir a comer bocadillos de calamares en la ciudad.

Por supuesto, no era ni el único ni el mejor sitio donde probar este plato de la capital, pero sí el que había ganado más publicidad por medio de esos anuncios. La deudá de Rodríguez se multiplicó durante la pandemia, en la cual decidió poner un food truck en el hospital de IFEMA para repartir comida gratis a diario. Luego también lo hizo en otro de los hospitales de la capital.

Sus empleados hablaban maravillas de él, siendo uno de los pocos casos en los que un jefe trabajaba a diario y estaba siempre al pie del cañón para darlo todo. Es una pena. Descanse en paz.