La Puerta del Sol de Madrid se convierte en una plaza sin verde
El proyecto de Almeida llega a su final en una carrera contrarreloj para que quienes se cansaban de ver la Puerta del Sol llena de obras comiencen a dejar de criticar. Pero ¿dónde ha quedado el color verde? Ni un árbol, como si tuviéramos algún tipo de alergia al verde. El verano va a ser un sufrimiento.
La Puerta del Sol ya se parece mucho a Callao. Un espacio amplio, mucho cemento, gente caminando en todas las direcciones… eso es 2023. La finalización de unas obras ya históricas que han perdurado durante años marca un antes y un después para el centro de Madrid.
Hay muchos cambios, pero la estatua del madroño sigue ahí. A los turistas les encanta y las fotos son tan habituales ahí como en la marca del kilómetro cero. Hay que reconocer que la indicación para conocer el punto exacto, ha quedado bonita. También les ha quedado redonda la estatua de Carlos III con la nueva fuente. Cuando se enciende, es un espectáculo que merece la pena apreciar.
Al margen de estos elementos y del cartel de Tío Pepe, que sigue ahí colgado por petición popular, todo lo demás sigue siendo la Puerta del Sol. Se ha invitado a la jubilación de los quioscos que todavía sobrevivían y que eran recuerdo de una época pasada. A cambio, los ciudadanos y turistas tienen más espacio por donde caminar. Porque por espacio no será. La boca de metro de cristal, mucho más reciente de lo que se puedan imaginar los turistas, también desaparecerá, porque creen que no encaja con el tono de la plaza. Porque sí, ahora esto es una plaza. Con esa cantidad de espacio diáfano, como para no serlo.
Los próximos meses veremos cómo usan ese espacio, porque es obvio que van a poner todo tipo de cosas para sacarle provecho. Esta es la Madrid del futuro y un punto clave de la ciudad por el que se pasa a diario.