España sigue a lo suyo, ganando a penaltis en el último suspiro
Menuda tela tienen los jugadores de la Selección Española, a los que la vacuna parecía que había dejado un poco tocados hasta que han comenzado a reaccionar. Se esperaba que se clasificaran cómodamente y acabaron con la lengua fuera esperando el milagro. Y el milagro llegó, pero no es como para luego ponerse a fardar de los resultados.
Un partido contra Suiza, ese país al que tantos españoles emigraron en el pasado. Era la última oportunidad para que España se clasificara. Los partidos previos habían sido más sencillos, al menos teóricamente, así que se esperaba lo peor. El partido nos tuvo en todo momento sufriendo, porque en cualquier momento te clavaban un pepinazo y te dejaban con un gol en contra imposible de escalar. Pero llegamos a los penaltis y ganamos. El primer penalti, el que lanzó Sergio Busquets, salió fatal. A Suiza se le iluminaban los ojos de la ilusión.
Pero Unai Simón se puso a las pilas y sacó esa esencia de portero español que se pone serio y que para penaltis cuando tiene que pararlos. Utilizó la estrategia de dejar un lado de la portería más abierto que el otro. Ese es un truco que suele desconcentrar bastante al lanzador. Porque quien dispara tiene unos pocos segundos para decidir hacia dónde tirar, y que les pongan un caramelito como ese, es algo que tienta.
En esos segundos, los jugadores piensan: “¿Me está dejando hueco para atraerme hacia él y se tirará rápido hacia ese lado?” “¿O piensa que voy a pensar y eso hará lo contrario?”. Con todo eso lo que hizo el guardameta fue jugar con la mente de los futbolistas del otro equipo. Y le salió de fábula. Sus rivales tampoco contaron, eso sí, con que el portero también es muy habilidoso y no solo depende de los trucos psicológicos, sino que además le pone empeño. Al final, dos paradas nos llevaron a la siguiente fase. A ver lo que dura.